sábado, 24 de enero de 2009

LA VOZ (3)

3.- Los efectos

La plática del día anterior ha ocupado mi mente, pues bien sé que es cierto, el hombre ha deteriorado su medio ambiente. En tanto avanzaba en el tráfico de la mañana, Antonio pensaba en esas cosas.

Los compromisos contraídos le mantuvieron ocupado desde temprano. Un desayuno de trabajo con unos inversionistas interesados en un conjunto comercial. Después del desayuno, visitar los terrenos donde se planea construir, le entregaron una copia del proyecto para hacer el presupuesto; luego buscar a sus colaboradores, todos independientes, pues la falta de continuidad del trabajo no le permite tener empleados permanentes.

Caminando por diferentes rumbos de la ciudad, Antonio constataba con tristeza la cantidad de basura que había en las calles; caminó al lado de un arroyo que baja de las partes altas de la ciudad, arroyo de aguas malolientes, pues gentes sin escrúpulos descargan sus drenajes al arroyo.

Todo lo observado le llenó la cabeza de temas diferentes, pero todos relacionados con la ecología. ¿qué hace falta para que la gente entienda que tirar basura en las calles, nos está llevando a una crisis ecológica mundial?

Las noticias se ocupan cada vez mas del clima en diversas partes del mundo. En Indonesia, un tifón de categoría 5, había sembrado la destrucción en las islas que conforman el archipiélago; las inundaciones habían alcanzado el metro y medio y las cosechas de arroz estaban perdidas.

En África ecuatorial, las sequías que ya duraban dos años, habían casi acabado con el ganado y la gente moría de sed en las calles. En la zona central de Estados Unidos, un tornado impresionante causó muerte y destrucción en varios pueblos.

En Europa, los deshielos habían ocasionado devastadoras inundaciones. En fin, que los desastres naturales se multiplicaban y el hombre seguía con los ojos cerrados ante la evidencia. El cambio climático lo ha propiciado el hombre, su gran avance tecnológico le ha permitido llevar a cabo una contaminación del medio ambiente de tal magnitud, que el daño parece irreversible.

Con todas estas cosas llegué a mi oficina, deje el portafolios sobre una silla y extendí el proyecto en el escritorio, pero me quedé pensando, con la mirada perdida en la nada; pensando en la basura que cada día parecería que avanza sobre nosotros. De pronto escuché la voz:
-¿Qué te pasa Antonio?, veo que una gran sombra oscura cubre tu aura y eso es señal de que algo te inquieta. Recuerda que si te sientes fatigado, apoya en mi tu carga y yo te aliviaré.

Gracias, Señor, repuso Antonio, pero tú lo sabes todo y todo lo ves y no has podido hacer nada ante la ceguera de los hombres, estamos acabando con la naturaleza, que el Padre creó para nosotros.

Efectivamente, lo has expresado muy bien, pero permíteme recordarte que las grandes catástrofes no han sido para acabar con la Obra de mi Padre, sino para separar el trigo de la cizaña.

Pues eso me tranquiliza un poco, Señor, pero el ver que padecen y mueren tantos inocentes, tantos niños, ¿cómo entenderlo?

Difícil es que lo entiendas Antonio, pero es irremediable; sin embargo, los actos de mi Padre siempre están regidos por el amor y esos niños que ves que sufren y mueren, tienen qué cumplir con esa misión, pues por causas que tú desconoces, ellos tienen que recorrer ese camino que los conduce al Padre; es una forma de purificación espiritual que esas almas deben cumplir.

Vaya, pues en verdad me sorprendes, Señor, eso quiere decir que la reencarnación existe, ¿por qué entonces, Jesús, en tú Iglesia niegan este hecho tan importante para el desarrollo del hombre?

Hay muchas cosas que el hombre ha desvirtuado a través de los siglos; éste era un conocimiento común, pero el hombre lo utilizó para perjudicar a sus semejantes, entonces mi Padre dispuso que fuese prohibido para el hombre tal conocimiento, pero el hombre es como niño, si algo le prohíbes, tratará de hacerlo con mas ardor; pero si ese algo conlleva un castigo, ya se lo piensa mas y qué mejor que mi Iglesia para advertir al hombre de tal castigo.

No obstante, hay grupos humanos que hacen buen uso de tal conocimiento y con ellos no hay problema, pues son grupos de estudios filosóficos.

Por lo que dices, Señor, debo entender que al morir uno, no va directo al Cielo o al infierno, como es la creencia popular.

Bueno, Antonio, no quisiera responderte ahora a esa pregunta, ya hemos charlado bastante por hoy, ya tu aura está limpia, que era el objetivo, ahora estás tranquilo y debes trabajar, otro día reanudaremos la plática.

La noche había llegado ya, el despacho estaba en penumbras y Antonio encendió la lámpara del escritorio; una luz indirecta iluminaba el busto de bronce y las sombras parecían marcarle una sonrisa en el rostro doliente de Jesús. Antonio lo contempló con amor y su vista se posó allá abajo, en las luces que bordeaban la quieta bahía; la Avenida Costera era como un camino de hormigas luminosas. Una suave brisa acarició su rostro.


Sergio Amaya S.
Marzo de 2008
Naucalpan, Edo. de Méx.

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